CUT Bogotá Cundinamarca

Cuando una persona decide, por ejemplo, abstenerse para siempre de fumar, se entiende que, (sobre todo si es conocido como un fumador asiduo) ha pasado todo un proceso largo y penoso tan solo para llegar a tomar esa decisión: no para que deje de fumar efectivamente, sino, apenas, para resolverse a exponerlo en público como una decisión tomada.

Intuitivamente, uno podría imaginar que: primero, ha debido reflexionar sobre las razones por las cuales le parecía pertinente romper por completo con ese perjudicial hábito; indagar en distintos espacios (reflexivos, analíticos y prácticos, entre otros) sobre el problema que conlleva el mantenimiento del uso de aquella sustancia de forma regular, razones, que, en muchos casos, fueron controvertidas por él mismo (y  por los demás) de modo que parecieran insuficientes para permitirse él continuar con su adicción.

En otro nivel, una vez las razones se vuelven más sólidas y el deseo de dejar de fumar se fundamenta con más convicción, (en algunos casos) el sujeto continuamente se ve atrapado en una dinámica de espacios de tiempo en los que logra mantenerse limpio (en ocasiones cortos, en ocasiones más largos) y recaídas que varían también tiempo y exposición al cigarrillo.

En este sentido, el caso de quien dejar de fumar (si lo ha logrado), en retrospectiva, sabe que ha debido a someterse a todo un proceso de redefinición de sí mismo, que ha cambiado, no sólo el perjudicial hábito de fumar, sino todo un fundamento en lo que solía ser ello para sí mismo. Un cambio que, además, no ha sido un fijo momento específico en el que simplemente “decidió” y de ahí en adelante todo cambió: antes de ello, durante ello, y después de ello siguen ocurriendo otras innumerables prácticas que pasan transversalmente por la modificación de sí mismo.

Uno pensaría que el sentido común advierte estas cosas de inmediato debido a la fuerza con que impactan al sujeto, a lo complejo y  desgarrador que significa para alguien dejar un hábito tan fuertemente cimentado, pero, del mismo modo que como ocurre en el didáctico ejemplo presentando con anterioridad con respecto a un cambio más modesto que es el de dejar de fumar, incluso, para los mismos hacedores del cambio, la cosa debería ser una fecha histórica que se deba conmemorar el momento en que se pasó, de manera inmediata, a un nuevo estado de cosas.

Pensemos en grandes revoluciones que han transformado la historia del hombre de forma radical, es decir, desde sus fundamentos más espontáneos: la revolución de la agricultura, la introducción de la república y las leyes, el paso del feudalismo al capitalismo, la misma revolución industrial, y muchas más en otros contextos no occidentales, se han demorado varios siglos en conseguirse, luego de fuertes batallas en que los bandos ganaban y perdían terreno.

Por ello, los ataques de la derecha populista y de sectores amarillos del liberalismo oportunista, no deberían desanimar en lo absoluto a quienes batallan por un cambio. Cualquiera que se tome enserio el trabajo de pensar los acontecimientos tomando como punto de referencia el marxismo le debe quedar claro que estos chantajes contingentes, no es que no sean importantes de disputar, solo que son apenas una de las batallas de una gran lucha por librar para un día ganar la lucha de clases y establecer una alternativa a este obsceno y perverso sistema sin ética ni humanidad.

Por: Julián González

Politólogo Magister en Estudios Culturales

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